El perro del hortelano by Lope de Vega

El perro del hortelano by Lope de Vega

autor:Lope de Vega [Vega, Lope de]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Teatro


TRISTÁN

¡La Condesa!

TEODORO

¡La Condesa!805

DIANA

Teodoro.

TEODORO

Señora, advierte...

TRISTÁN

[Aparte.]

El cielo a tronar comienza;

no pienso aguardar los rayos.

(Vase TRISTÁN.)

DIANA

Anarda, un bufete llega;

escribirame Teodoro810

una carta de su letra,

pero notándola yo.

TEODORO

[Aparte.]

Todo el corazón me tiembla.

¡Si oyó lo que hablado habemos!

DIANA

[Aparte.]

Bravamente amor despierta815

con los celos a los ojos.

¡Que aqueste amase a Marcela

y que yo no tenga partes

para que también me quiera!

¡Que se burlasen de mí!820

TEODORO

[Aparte.]

Ella murmura y se queja.

Bien digo yo que en palacio,

para que a callar aprenda,

tapices tienen oídos

y paredes tienen lenguas.825

(Sale ANARDA con un bufetillo pequeño y recado de escribir.)

ANARDA

Este pequeño he traído

y tu escribanía.

DIANA

Llega,

Teodoro, y toma la pluma.

TEODORO

[Aparte.]

Hoy me mata o me destierra.

DIANA

Escribe.

TEODORO

Di.

DIANA

No estás bien830

con la rodilla en la tierra.

Ponle, Anarda, una almohada.

TEODORO

Yo estoy bien.

DIANA

Pónsela, necia.

TEODORO

([Aparte.]

No me agrada este favor

sobre enojos y sospechas,835

que quien honra las rodillas

cortar quiere la cabeza.)

Yo aguardo.

DIANA

Yo digo ansí.

TEODORO

[Aparte.]

Mil cruces hacer quisiera.

(Siéntese la CONDESA en una silla alta.)

(Ella diga y él vaya escribiendo.)

[DIANA]

«Cuando una mujer principal se ha declarado con un hombre humilde, es lo mucho el término de volver a hablar con otra, mas quien no estima su fortuna, quédese para necio.»

TEODORO

¿No dices más?

DIANA

Pues ¿qué más?840

El papel, Teodoro, cierra.

ANARDA

[Aparte a DIANA.]

¿Qué es esto que haces, señora?

DIANA

Necedades de amor llenas.

ANARDA

Pues ¿a quién tienes amor?

DIANA

¿Aún no le conoces, bestia?845

Pues yo sé que le murmuran

de mi casa hasta las piedras.

TEODORO

Ya el papel está cerrado.

Solo el sobrescrito resta.

DIANA

Pon, Teodoro, para ti,850

y no lo entienda Marcela,

que quizá le entenderás

cuando de espacio le leas.

(Váya[n]se y quede solo, y entre MARCELA.)

TEODORO

¿Hay confusión tan estraña?

¡Que aquesta mujer me quiera855

con pausas como sangría

y que tenga intercadencias

el pulso de amor tan grandes!

MARCELA

¿Qué te ha dicho la Condesa,

mi bien? Que he estado temblando860

detrás de aquella antepuerta.

TEODORO

Díjome que te quería

casar con Fabio, Marcela,

y este papel que escribí

es que despacha a su tierra865

por los dineros del dote.

MARCELA

¿Qué dices?

TEODORO

Solo que sea

para bien y, pues te casas,

que de burlas ni de veras

tomes mi nombre en tu boca.870

MARCELA

Oye.

TEODORO

Es tarde para quejas.

(Váyase.)

MARCELA

No, no puedo yo creer

que aquesta la ocasión sea.

Favores de aquesta loca

le han hecho dar esta vuelta,875

que él está como arcaduz,

que cuando baja le llena

del agua de su favor

y cuando sube le mengua.

¡Ay de mí, Teodoro ingrato,880

que luego que su grandeza

te toca al arma me olvidas!

Cuando te quiere me dejas,

cuando te deja me quieres,

¿quién ha de tener paciencia?885

(Sale[n] el MARQUÉS y FABIO.)

RICARDO

No pude, Fabio, detenerme un hora.

Por tal merced le besaré las manos.

FABIO

Dile presto, Marcela, a mi señora

que está el Marqués aquí.

MARCELA

Celos tiranos,

celos crüeles, ¿qué queréis agora890

tras tantos locos pensamientos vanos?

FABIO

¿No vas?

MARCELA

Ya voy.

FABIO

Pues dile que ha venido

nuestro nuevo señor y su marido.

(Vase MARCELA.)

RICARDO

Id, Fabio, a mi posada, que mañana

os daré mil escudos y un caballo895

de la casta mejor napolitana.

FABIO

Sabré, si no servillo, celebrallo.

RICARDO

Este es principio solo, que Dïana

os tiene por crïado y por vasallo

y yo por solo amigo.

FABIO

Esos pies beso.900

RICARDO

No pago ansí; la obligación confieso.

(Sale la CONDESA.)

DIANA

¿Vuseñoría aquí?

RICARDO

Pues ¿no era justo

si me enviáis con Fabio tal recado,

y que después de aquel mortal disgusto

me elegís por marido y por crïado?905

Dadme esos pies, que de manera el gusto

de ver mi amor en tan dichoso estado

me vuelve loco, que le tengo en poco

si me contento con volverme loco.

¿Cuándo pensé, señora,



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